🇪🇸 Qué debemos defender los pescadores submarinos
La pesca submarina tiene mala imagen. En general un profano asocia al “pescador de caña” con la apacible estampa de un amable jubilado apostado pacientemente junto a la orilla, en total armonía con el medio natural, mientras que “un pescador submarino” es una especie de Rambo, un depredador agresivo sediento de sangre dispuesto a tirotear indiscriminadamente cualquier cosa que se mueva por el agua.
Esta realidad no invita al optimismo en cuanto al futuro de la pesca submarina como hobby o deporte. De no producirse un cambio en esta percepción general nuestra modalidad de pesca será limitada y restringida de forma genérica y hasta prohibida en zonas en que se permitirán otras modalidades de pesca sin que ni siquiera se evalúe previamente su impacto.
Como pescador submarino entiendo que nuestro colectivo es el primer interesado en la conservación del ecosistema marino. Por una parte porque queremos poder seguir haciendo lo que mas nos gusta, salir a pescar, y esto sólo es posible si hay peces. Pero además, y esto no es menos importante, al haber pasado muchas horas contemplando la vida bajo nuestras aguas los pescadores submarinos comprendemos el valor intrínseco que tiene un mar saludable y lleno de vida. Al igual que uno se siente más feliz sabiendo que los osos pardos aún pululan por nuestra Cordillera Cantábrica, aunque jamás los vea en su estado natural, quiere que la riqueza y biodiversidad de nuestras aguas se preserve.
Como sociedad hemos aceptado (salvo excepciones) que el mar no es un acuario gigante donde no se pueda coger ni tocar nada, sino una fuente de recursos que hay que gestionar adecuadamente. Capturar peces y comer pescado es algo razonable, siempre que se haga de forma sostenible. Sin embargo, décadas de sobreexplotación han llevado la mayoría de los caladeros del mundo a una situación más que comprometida, cuando no al colapso, y parece que al fin comienza a avanzar una fuerte conciencia social exigiendo la recuperación, conservación y la explotación sostenible de nuestros mares.
En este nuevo contexto hemos de ser críticos y objetivos con nuestra afición, asumiendo nuestro impacto (la pesca submarina es, como cualquier otra forma de pesca, una intromisión agresiva y potencialmente dañina en el ecosistema), aceptando las limitaciones que deban imponerse, pero a la vez exigiendo que no se utilice a la pesca submarina como chivo expiatorio, culpable del empobrecimiento de nuestros océanos. El discurso típico de un pescasub tiende a defender que su actividad produce un impacto nulo en las poblaciones de peces. En ocasiones he oído incluso calificar a la pesca submarina de “ecológica”, lo cual causa malestar entre no pescadores y especialmente a los practicantes de buceo deportivo (con razón, pues de ninguna manera arponear peces es “ecológico”). No es este argumento un buen comienzo para defender la pesca submarina. En realidad dicho calificativo pretende expresar que la pesca submarina es especialmente selectiva. Una comparación entre descargas de pescado del sector profesional [1] con cualquier estimación generosa sobre capturas de pescasubs que pueda hacer un club o federación de pesca avalan la argumentación en favor de un nulo impacto.
La realidad siempre es compleja. Las especies litorales tienen poblaciones más reducidas que aquellas que forman el grueso de los desembarcos de la flota y pueden ser muy sensibles a sistemas de pesca dirigidas hacia ellas, así que debemos de huir del razonamiento simple de “los kilos que saca un pescasub” y preguntarnos cual es el impacto real de la pesca submarina (yo como pescador querría saberlo). Una modalidad de pesca dirigida a los peces más grandes podría ser más dañina que otra dirigida a peces de talla media (pues la capacidad reproductiva no es proporcional al tamaño, sino que aumenta mucho en los grandes ejemplares y además en la mayoría de las especies sólo hay hembras a partir de un determinado tamaño). Por ello sustituir el cupo actual de 5kg por un número máximo de piezas, una reivindicación defendida desde ciertos sectores, podría no ser una buena idea, pues pescar el mismo día varios congrios o lubinas grandes [2] podría provocar un considerable impacto y es legítimo considerarlo un abuso. Algunas especies territoriales (como meros o lábridos) pueden verse muy mermadas en áreas presionadas por métodos selectivos, así que tal vez sea razonable vedar o limitar algunas especies por zonas o épocas. A diferencia de la pesca con caña, un pescasub tiende a provocar la huida de los peces de las zonas por las que pasa ¿es esto perjudicial para las poblaciones de peces, o favorece su instinto de supervivencia en un mar en el cual los depredadores naturales como mamíferos marinos y grandes peces se han reducido a la mínima expresión? Demasiados interrogantes, realmente sabemos muy poco acerca de cual es nuestro impacto, pero antes de aceptar restricciones arbitrarias sobre la pesca submarina habrá que solicitar estudios serios y asumir sus resultados.
La dura realidad no parece avanzar hacia la evaluación de nuestro impacto en el ecosistema, y para muestra un botón: El Gobierno de Cantabria ha presentado un Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de Parque Natural de Oyambre [3]. En dicho plan se expone la necesidad de proteger los valores ambientales del parque, compatibilizando su preservación con su aprovechamiento sostenible, tanto en lo referente al ocio como a la explotación de sectores agrícolas, ganaderos y pesqueros. Llegados a la protección de los recursos marinos, se propone la prohibición la pesca submarina en toda la zona del parque, permitiéndose la pesca recreativa desde costa y embarcación e incluso la pesca profesional. Por supuesto no se da ningún motivo para considerar la pesca submarina como única modalidad incompatible con el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, no parece que la decisión se haya sustentado en ningún estudio o estimación sobre cantidad ni variedad de pescado extraído por pescasubs, parece que simplemente alguien ha decidido arbitrariamente que la pesca submarina es la única actividad de alto impacto y que por consiguiente hay que erradicar. Probablemente la mala imagen generalizada que sufre la pesca submarina, como he comentado al principio del texto, haya influido en tal decisión. Para un político es fácil y rentable proyectar la imagen de que ha protegido la costa prohibiendo la pesca submarina.
Así que podemos extraer dos conclusiones, la primera es que debemos exigir estudios serios que determinen cual es nuestro impacto en el ecosistema. Al menos las administraciones deberían llevar una estadística de las capturas de los pescasubs y otros pescadores deportivos a los que diariamente inspeccionan. En base a dichos estudios deberemos ser consecuentes y cuidadosos con las peticiones que hagamos a la administración para nuestro deporte. Por otra parte, hemos de luchar por mejorar nuestra imagen y para ello no está de más un examen de conciencia. Habrá que evitar dar razones a quienes nos consideren causantes de esquilmar los recursos. El respeto estricto de la normativa (especies permitidas, tallas, cupos, prohibición de comercializar el pescado etc.) son imprescindibles. El aumento del peso mínimo de especies “fáciles” en campeonatos siempre será un argumento que respalde nuestro compromiso con la sostenibilidad. Me consta que desde varios clubs de pesca submarina se avanza en estas direcciones.
Y en este sentido, por coherencia con lo que proclamamos, debemos apoyar sin fisuras la declaración de reservas marinas. Internacionalmente se ha constatado que el sistema potencialmente más eficaz para preservar stocks pesqueros y biodiversidad marina es el establecimiento de una red global de zonas marinas protegidas, y afortunadamente se han empezado a dar pasos para crearla. Nueva Zelanda ha sido pionera y ha demostrado el enorme beneficio de este tipo de medidas, en 2010 tendrá un 10% de su territorio marítimo (costero y profundo) protegido. En Europa se ha aprobado recientemente la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina que también obliga a proteger al menos un 10% de la superficie de los fondos marinos antes del año 2010 (no se alcanzará, pero es un buen comienzo). A lo largo de los próximos años iremos viendo como se proponen zonas protegidas y reservas a lo largo de nuestro litoral. Volviendo a Oyambre, es fantástico que se prohíba la pesca en ciertos tramos de costa, pero si se trata tan sólo de expulsar a los pescadores submarinos en favor de otras modalidades de pesca simplemente se habrá privatizado un recurso natural, y es dudoso que se haya protegido algo. Para aceptar la prohibición exclusiva de la pesca submarina en algunas zonas, y no otras formas de pesca, debemos exigir razones objetivas y poderosas. Por el contrario, la creación de reservas integrales en ciertos tramos de costa deberá contar siempre con nuestro apoyo. Tal actitud conservacionista, que creo que mayoritariamente se ajusta a nuestra realidad, dificultará la aplicación de la ecuación “zona protegida = zona que se puede hacer de todo excepto pesca submarina” que amenaza con ponerse de moda.
César M. González-Pola Muñiz. (Investigador, químico para más señas y que además de ser pescador submarino trabaja en el Instituto Español de Oceanografía)
Publicado en:
http://www.lapescasubmarina.com/universal-viewid688.html
Última actualización: 30 agosto 2019
Hola.
Respecto al PORN tengo dudas que prohiba realmente la pesca Submarina ya que, si seguimos las coordenadas que lo delimita, nos damos cuenta que la única parte que esta incluida es la Ria de la Rabia y como Ria esta prohibido pescar por la ley estatal. La delimitación es Terrestre. Por tanto, tengo mis dudas de que nos puedan multar. ¿Alguien puede aclararme esta duda?.
Saludos.